SU MISIÓN PASTORAL
Forjado en la vivencia de la fe y en la pobreza, Silviano respondió con generosidad y sencillez a su vocación. En Cocula se le recuerda como “modelo de sacerdote”. Incansable en el confesionario, piadoso, afable con todos, solícito y cariñoso con los pobres y los indígenas. Construyó el templo de San Pedro.
En Zapotlán el Grande es donde resalta providencialmente, su oficio de buen pastor al servicio de Dios y de su Iglesia. En su parroquia derramó las ternuras y virtudes de su corazón de párroco modelo, y las energías de su vida para instaurar el reino de Dios. De espíritu eminentemente Eucarístico y verdadero enamorado de Jesús Sacramentado se convirtió en su apóstol. Amó ternísimamente a la Sma. Virgen de Guadalupe y Sr. San José. Fue hombre de oración constante. Celosísimo del culto divino, deseó siempre lo mejor para Dios. Terminó la construcción del imponente templo parroquial (hoy Catedral de Ciudad Guzmán).
Obediente en sumo grado con sus superiores eclesiásticos y respetuoso con sus hermanos Sacerdotes. Para los niños y jóvenes fue padre y maestro: organizó múltiples centros de catecismo; fundó, sostuvo y construyó escuelas y la Congregación por él fundada la dedicó a la educación escolar. Para los obreros, campesinos, jornaleros y empleados fue un defensor. Fundó organizaciones y mutualistas según la doctrina social de León XIII. Fue un sembrador de la paz y se esforzó por reunir todas las clases sociales y mejorar las familias. Para los enfermos terminó la construcción del Hospital San Vicente. Desde el púlpito y a través de los periódicos por el fundados y editados, predicó incesantemente la palabra de Dios y la moral cristiana.
Trabajador incansable de la viña del Señor, era admirado por sacerdotes y laicos en su entrega a tantos y tan variados ministerios, especialmente el sacramento de la reconciliación. Perseguido a muerte (1914-1916) tuvo que vivir oculto, entre grandes penas y sufrimientos pero siempre bendiciendo a Dios, como era su costumbre, y abrazándose valerosamente a la cruz. Obispo de Sinaloa, señaló a sus diocesanos como programa de vida: La Eucaristía y la Sma. Virgen. Luego se lanzó a la reorganización del Seminario y se entregó a su trabajo pastoral como él sabía hacerlo.

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